No importa que con ello delato mi edad, pero aquellos que crecimos en 1999 viendo Yo soy Betty, la fea, sabemos que la telenovela sigue siendo relevante y un éxito hoy en día, gracias a su transmisión en Netflix.
Pero, ¿por qué sucede esto? Yo creo que se debe a que los personajes escritos por Fernando Gaytán, son muy complejos. En particular el de Beatriz Pinzón Solano, interpretado por Ana María Orozco. Su viaje de autodescubrimiento, nos tiene cautivos y parece que seguirá apapachando a muchos por más tiempo.
Y es que si lo piensan, en algún momento, todos, todas, todes, hemos sido Betty. En muchas ocasiones nos hemos sentido feas, feos, y no pensamos en el impacto que esa palabra tiene en nuestra autoestima. Eso lo dijo la protagonista de esta historia cuando planeó un cambio en la estructura de EcoModa.
De acuerdo con el diccionario, FEA significa que se está “desprovisto de belleza y hermosura o que causa desagrado o aversión”, pero… ¿según quién se es o no feo? Conforme la historia de Betty transcurrió, nos dimos cuenta que su fealdad venía de su falta de seguridad, porque cuando logró conseguirla, hasta su manera de enfrentar la vida fue otra.
Además, en cuestión laboral, muchos hemos aguantado malos tratos, malos jefes, porque tenemos responsabilidades en casa. ¿Es eso justo? Obviamente no, ni tampoco somos reconocidos por todo lo que hacemos en el ámbito laboral. Pero otro punto importante, ¿nos creemos todo lo que somos o hacemos? Recordemos que la baja autoestima de Betty la llevó a aceptar un puesto de secretaria, a pesar de tener un montón de estudios.
Sin duda una parte vital de la historia, son los personajes que aparecen para darle consejos a Betty. Por ahí tuvimos a una presentadora peruana, que le dijo que siempre buscara la ayuda de personas que supieran más que ella. Eso llevó a Betty a trabajar con Catalina Ángel, quien la ayudó no sólo a mejorar su aspecto, sino que la ayudó a salir de ese lugar oscuro en el que ella entró tras conocer la traición de Armando Mendoza (Jorge Enrique Avello).
También tuvimos a una Cecilila Bolocco, quien claramente confundida cuestionó a Betty algo muy importante: qué podía pasarle sólo a mujeres feas, que una bonita como ella no pudiera pasarle. Y al final Cecilia terminó compartiendo con ella una historia de superación. Estuvieron también modelos como Adriana Arboleda y Claudia Elena Vázquez que nunca se fijaron en su aspecto, pero sí en su transformación.
Independientemente del camino tortuoso de Betty, ella y su historia siguen vigentes porque el mensaje es universal: cree en ti mismo. Si no la han visto, ¿qué esperan para ver Yo soy Betty, la fea en Netflix y también en tv abierta?